Fecha de nacimiento:

Disciplina:
Disciplina: Tiro con arco compuesto

Miguel Véliz


“Señora, su hijo es demasiado hiperactivo. Por favor, póngalo a hacer la mayor cantidad de deporte posible”. Esa fue la recomendación que recibió la madre de Miguel Ángel Véliz después de visitar al médico. Así fue el arquero, que en Santa Marta logró una medalla de bronce en arco compuesto, empezó su relación con el mundo de los deportes. No, no empezó en tiro con arco.

“Desde que tenía cuatro años ya practicaba natación. Pero la natación me aburrió, porque me di cuenta que no era para mí eso de estar entrenando de madrugada o a la noche… A la par llevaba el ciclismo, el ciclismo de montaña. En realidad yo quería hacer motocross. Mi papá no quería, me decía que estaba loco”, cuenta Miguel Ángel.

“Tenía problemas en el colegio porque no me concentraba, así que mi mamá le hizo caso al doctor me recomendaba que hiciera mucho deporte”, agrega. “Salía del colegio y me esperaba mi mamá con la bicicleta para subir el volcán, todos los días. Y en las mañanas hacía natación”.

Sin proponérselo fue un pionero del ciclismo de montaña. “Cuando me negaron lo del motocross, me compraron una bici de montaña para que compitiera ahí. Fue allá en 1993 y 1994”, explica.

Otra de las obsesiones de Miguel era convertirse en surfista:‘“Estás loco, ¡nunca vas a ser surfista!’, decía mi mamá, que le tenía mucho miedo al mar. La convencí de que me dejara ir una vez, y me gustó. Aquí me quedo, me dije, este es mi deporte. No importa lo que digas, mamá, aquí me quedo… Además tenía experiencia en skateboard y no me fue muy difícil aprender”.

Ya a los 14 años, hubo un cambio importante en la vida de Miguel: su primer carro. “Ya tenía automóvil, mi mamá no podía seguir el ritmo de traerme y llevarme a todos lados. Eso me dio independencia”.

“Cuando mi mamá vio que era imposible sacarme del surf, intentó que siguiera en natación y me inscribió en el Polideportivo. Ya estando allí, también me anotó en tiro con arco”, recuerda. Al principio no le pareció: “¿Tiro con arco? Te estoy diciendo que quiero deportes extremos. No quería, pero me dijeron que si quería el carro para ir al surf tenía que ir a tiro con arco. Ni modo, llegué porque si no, no podía surfear…”

La experiencia no fue del todo mala. “Yo imaginaba la fecha y el palito, pero fue diferente. Además, mi mamá se anotó para practicar también. Comencé con arco compuesto y a los pocos días empecé a tirar bien. Después me pasaron a recuervo y me dieron el equipo. Siendo nadador de alto rendimiento, uno tenía que pagarse todo, igual que bicimontaña. Aquí ellos me dieron todo”, afirma.

De a poco, Véliz le fue encontrando el gusto al nuevo deporte: “Yo no tenía ningún interés, pero en 2001 fui a mis primeros Juegos Centroamericanos y fue una bonita experiencia. Iba como juvenil, pero quedé en el equipo de mayores que ganó la medalla de oro. Al llegar me dieron 500 dólares… ¡A los 17 años y con 500 dólares! Lo primero que hice fue comprar una tabla de surf. Y ese fue el mayor incentivo: el tiro con arco puede hacerme realidad el sueño de ser surifsta”.

En la preparación para los Centroamericanos y del Caribe 2002, a realizarse en El Salvador, viajó a Cuba, México… “Nos pagaban todos los viajes y competía como juvenil y adulto… La vida del alto rendimiento me empezó a gustar. Me gradué del colegio y empecé a entrenar a tiempo completo. En los Centroamericanos y del Caribe de aquí ganamos oro por equipo. Me dieron como 1,500 dólares y esta vez me compré una tabla de surf y patineta nueva…”

Hoy, ya con casi 20 años en el tiro con arco, reconoce que “el surf fue un capricho de adolescente, igual que el pelo largo”, aunque lo sigue practicando cuando puede. También jugó golf y sigue jugando squash y haciendo triatlón. Alguna vez practicó taekwondo, pero “solo para agarrar disciplina”. Y si bien el fútbol nunca fue lo suyo, alguna vez levantó la mano porque eso significaba perder horas de clases. “Solo anoté un gol en mi vida”, reconoce con orgullo.

Miguel Véliz es un auténtico ejemplo del deportista todoterreno. De aquel diagnóstico de hiperactividad hasta este enorme campeón.

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