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Los Ibáñez, el atletismo en la sangre

Son una familia muy particular. De seis hijos,cinco de ellos se dedican al atletismo. Sus padres, Rosa de Ibáñez y Oscar Ibáñez, nunca practicaron deporte les han apoyado incondicionalmente y ya se ven los resultados: cuatro de ellos poseen récords nacionales en juveniles y mayores.

Marco estudia en Argentina comunicaciones, él tiene el récord nacional en salto triple, que es de 14.53 de 2018. Solo una hermana, Rebeca, probó hacer atletismo pero decidió por el ballet. Aquí en El Salvador están Pablo, Esteban, Samuel y Gabriela.

Sandra Torrento, la entrenadora de todos, recuerda “que la señora Ibáñez se me acercó porque quería disciplinarlos por ser chicos inquietos. Me los llevó hace nueve años. Pablo es el mayor, le siguen Marco, Esteban, Samuel y Gabrielita, que es la más pequeña de todos. Se han sometido a las reglas, la señora vive agradecida conmigo, y los resultados deportivos lo demuestran”. Todos forman parte del equipo Sanjatt’s, cuyo lema es “Nos ponemos las pilas”.

Pablo Ibáñez

A sus 20 años, Pablo ha dedicado nueve al atletismo en su prueba 400 metros vallas, y actualmente los combina con sus estudios de derecho en la Universidad de El Salvador. Recuerda que los cuatro hermanos varones comenzaron por entrenar fútbol en el Estadio “Mágico” González y veían a la entrenadora Sandra Torrento. “Al principio no nos gustaba el atletismo, a algunos de mis hermanos les obligaban, pero hoy acá estamos, amamos este deporte”, cuenta.

“Hacer sonar el himno nacional es un orgullo, porque representó una nación entera”, sostiene Pablo, quien participó en 2018 en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Barranquilla.

Respecto al estudio, indicó: “en mi facultad como tengo horarios flexibles puedo hacer deporte, y me decidí estudiar derecho porque me identifico con el perfil de un abogado”.

A pesar que cuida de no consumir sodas o churros, Pablo disfruta comer pizza de vez en cuando y todos los días toma refrescos naturales preparados por su madre. En el ámbito deportivo el atleta se ve en unos Juegos Olímpicos y a nivel profesional, graduarse de abogado y luego estudiar una maestría. “Me encantan los libros y las películas de Harry Potter”, confiesa.

Esteban Ibáñez

Con 18 años, Esteban tiene dos sueños. El primero, ser piloto de avión, y pronto empezará a estudiar para ello. Y lo otro, aunque no es muy original, es competir en unos Juegos Olímpicos. Su especialidad es el decatlón: “Es una disciplina donde hay que hacer de todo, es una prueba muy cansada, por eso se recomienda hacerlo solo tres veces al año. La velocidad es lo que más me cuesta y la que más trabajamos, y mi especialidad son los 110 metros vallas y el salto de altura”.

Disfruta de lo que hace. “Mi mamá nos trajo ahí y trabajar con Sandra es lo máximo, es la mejor entrenadora del país. El atletismo es parte de nuestra vida. Tanto a mí como a mis hermanos nos gusta el fútbol, somos del Alianza y del Barcelona, pero preferimos el deporte individual. El atletismo es lo mío, es lo que me gusta y me ha dado la posibilidad de viajar a lugares como toda Centroamérica”, explica.

Su mejor recuerdo son los Centroamericanos de Managua 2017: “Era el menor de la selección, con solo 16 años. Me llevaron para prepararme y para sorpresa obtuve medalla en los 110 metros vallas. Mi sueño es ir a Juegos Olímpicos, es lo más grande, es lo que todo atleta quiere. Mi hermano Pablo es mi ejemplo a seguir, veo cómo han evolucionado el plan de trabajo de él. Cuando venimos a entrenar llegamos todo en el mismo carro familiar, y maneja Pablo, que es el mayor, y cuando él está de viaje me toca manejar a mí”.

Samuel Ibáñez

Tiene 16 años y es el más pequeño entre los varones. Compite 100 y 400m vallas y como todos estudia en el Colegio La Asunción. El amor por el atletismo llegó por el contagio de sus hermanos. “Al principio solo eran mis tres hermanos los que practicaban atletismo, ellos me comenzaron a decir que viniera, que iba a ser cansado pero que me iba a gustar. Entonces decidí venir, pero al principio no me gustó mucho porque los niños pequeños no tienen muchas competencias, pero ya después cuando pasé tres años entrenando y en mi primera competencia gane y desde ahí me empezó a gustar bastante", explica.

“Cuando eres pequeño practicas casi todas las modalidades para que tu entrenador vea en cual destacas más. A mi siempre me gustaron las vallas y cuando me tocaba entrenar con vallas me esforzaba un poco más, para que mi entrenador viera mis progresos", afirma Samuel.

Su hermano Pablo, el mayor, es su modelo a seguir. Y mucho más por el hecho de que entrenan juntos y hacen las mismas pruebas. “Me enfoca más en él para poder aprender y superarlo en un futuro”, agrega. Manuel solo ha practicado atletismo, pero le gusta la natación y la gimnasia, en sus tiempos libres a veces va a nadar a alguna piscina y se sabe algunas piruetas de gimnasia, que también practica en sus tiempos libres.

Gabriela Ibáñez

Su especialidad es el heptatlón. Con 12 años, Gabriela es la benjamín de la familia: “Cuando mis hermanos empezaron a venir yo era muy pequeña y mi mamá no me dejaba, pero a medida iba creciendo me fue llamando la atención porque ellos venían y regresaban felices a la casa por lo que habían hecho, entonces yo quería hacer lo mismo."

El heptatlón, la modalidad en la que compite Gabriela, se divide en siete pruebas; 100m vallas, salto de altura, lanzamiento de peso, 200m planos, salto de longitud, lanzamiento de jabalina y 800 metros lisos. En su tiempo libre Gabriela juega al fútbol con sus hermanos, o ven videos en la computadora. Además, le llama la atención el baloncesto como un deporte alternativo al atletismo.

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