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Roberto Selva: leyenda del baloncesto salvadoreño

Mayo 3, 2020 –

Fue el más joven de aquel equipo histórico del baloncesto salvadoreño que hizo historia al ganar la medalla dorada en los Centroamericanos y del Caribe en Caracas 1959. Eso no le impidió ser el máximo anotador del torneo. Su nombre era Roberto Eugenio Selva Bonilla, aunque todos le decían Ratón. 

Hoy, con motivo de su fallecimiento, el deporte salvadoreño luce un listón negro. Incansable, apasionado, ocurrente y dedicado, el deportista fue dejando camino al excelente médico ginecólogo que sirvió a la sociedad durante muchas décadas. A los 79 años dijo adiós este emblema del equipo del Liceo Salvadoreño, aunque también defendió los colores del Arco Iris y de la Universidad Nacional. 

Roberto, nombrado por la Asamblea Legislativa como “Notable Deportista de El Salvador“, integró como alero aquel inolvidable equipo que logró la hazaña en Caracas junto a Adolfo “Chorro de Humo” Pineda, Juan Mateu Llort, Alejandro Pereira, Mauricio “Cotuza” Lemus, César Escalante, José “Chomingo” Chávez, Mauricio “Pachín” Ibarra, Ricardo Arévalo, Luis “Chino” García, Jorge Cucalón, Pío Salomón Rosales y Alejandro “Tatún” Pereira. El entrenador era el recordado Adolfo “Jocote” Rubio, quien fue el encargado de ponerle el apodo. “Parece un ratón rasurado”, le dijo al verlo llegar al primer entreno. De ahí le quedó Ratón. 

La carrera de Roberto, nacido en Chalatenango, no fue muy extensa. A los 25 años, en 1964, cuando se graduó de médico, dejó atrás el deporte. “Ahí colgué los tenis oficialmente. Eran turnos toda la noche más el trabajo del día y no se podían hacer las dos cosas”, contó en una entrevista a El Diario de Hoy. Selva también practicó voleibol, tenis y esquí acuático, pero siempre será recordado por la hazaña de 1959. 

Aquella gesta, una de las más importantes a nivel colectivo del deporte salvadoreño, tuvo a Selva como gran protagonista, más allá de los 81 puntos anotados en la fase final y los 82 en la fase inicial. "Nuestro esquema se basó en el círculo del zompopo, estrategia que consistió en un juego de zona donde el jugador centro era rodeado por los aleros y defensas. Los rivales presionaban en la marca personal... También nos pedía el entrenador que rebotáramos el balón de la rodilla hacia abajo para dificultarle a los jugadores altos el robo de balón y funcionó", explicó el Ratón.

En la final, disputada en el 17 de enero de 1959 en el Gimnasio de la Ciudad Universitaria de Caracas, El Salvador superó 73-60 a Colombia. Ese día, Selva tuvo una actuación descollante: 32 puntos.
Más allá de las habilidades deportivas, el equipo se hizo fuerte en lo espiritual y ahí también Selva tuvo un rol fundamental, ya que era el encargado de realizar el rito de la oración, esa que llamaban “la magnífica”, un momento sagrado que los terminó de solidificarlos como grupo. Hoy la oración va para él. Que descanse en paz.

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