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Disciplina:
Disciplina: Tiro con rifle

Israel Gutiérrez

El tirador, ganador de dos medallas de oro, fue una de las grandes figuras de los Bolivarianos.


Alguna vez contó Israel Gutiérrez lo que siente el cuerpo de un tirador en los momentos decisivos. Con la presión encima y las pulsaciones al máximo, inevitablemente el brazo suele temblar, la mira se desenfoca… y hay que enfrentarse a esa realidad. Sin embargo, nada de eso le pasó en el Polígono Fedetiro Nilo, Colombia, durante los Juegos Bolivarianos. Sus dos medallas de oro, una en individual y otra en pareja mixta en Rifle de aire 10 metros, lo pueden certificar. “Tiré con mucha tranquilidad, como si estuviera en un entrenamiento”, explica Israel, estudiante de quinto año de Ciencias Jurídicas. “La verdad es que llegué con mucha confianza y con expectativas altas, de hecho nos había ido muy bien en Guatemala, donde competimos en el clasificatorio para los Centroamericanos y del Caribe”, agrega.

Si bien había ganado dos medallas en los Bolivarianos Santa Marta 2017 -una plata individual y un bronce por equipos-, sabía que podía repetir. “Esto superó todas las expectativas. La verdad es que el oro fue una sorpresa, algo inesperado. Esperaba un buen resultado, pero no uno tan bueno”, reconoce hoy Gutiérrez, ya con las dos medallas en mano.

“Un momento clave fue cuando ya quedamos dos en la final, el peruano y yo. A partir de ahí, al saber que ya había asegurado la plata, tiré mejor que nunca, controlando la respiración y con mucha tranquilidad. Estaba feliz porque hasta ese entonces El Salvador solo tenía una medalla de bronce. Es decir, iba a ser la primera de plata para el país… o el oro. Y fue oro, porque hasta tuve tiempo de ver los puntajes del peruano y así asegurar el primer lugar, pero la confianza era total y todos los tiros iban al centro”, continúa Israel.
Ya sin presión, y con el primer oro ya colgado en su pecho, logró la segunda presea dorada. Esta vez junto a Ana Ramírez, con quien tiene una química perfecta: “Con Ana nos coordinamos muy bien. Además, si yo hacía un tiro malo, ella lo compensaba con uno bueno y viceversa, pero nos dábamos confianza uno al otro”.
Otro aspecto importante es su entrenador. Se trata de Noé Preza, quien hasta hace algunos meses era su compañero de equipo: “competimos muchas veces juntos y somos amigos con Noé, pero la amistad es fuera del polígono. Adentro él es mi entrenador y lo tengo que respetar… Le pido que sea exigente conmigo”.
La celebración la compartió con todo el equipo de tiro, que estaba en la subsede de Nilo, bastante lejos del grueso de la delegación cuscatleca que residía en Valledupar. Y después, al llegar al país, el festejo íntimo con su abuela, su madre, su hermana y su sobrina, con quienes vive.
Ahora que ya pasó la celebración, otra vez a enfocarse en la rutina del entrenamiento y la recta final de los estudios en la universidad: “Entre la carrera universitaria y los entrenos se me va todo el día. En un día normal puede que entrenemos de tres a cuatro horas, pero a veces pasamos hasta siete horas diarias practicando diferentes modalidades”. Pero no se arrepiente de nada. Las dos medallas de oro que cuelgan de su pecho son el indicador de que va por el camino correcto.

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