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Camila Vargas : OLY de remo, entrenadora y profesional
Agosto 29, 2020 –
Para Ana Camila Vargas, el remo es el deporte de su vida. Solo que tardó casi 18 años en darse cuenta. Nacida en Venezuela -de padre venezolano y madre salvadoreña-, esta remera descubrió “su deporte” cuando venía de vacaciones a El Salvador y la llevaron a remar al lago de Ilopango.
Después de dos Juegos Panamericanos (medalla de bronce en Río 2007) y dos Juegos Olímpicos, Camila vive en Sevilla. Se casó con un español, Francisco, y son padres del pequeño Felipe, de año y medio. Es arquitecta, entrenadora en el Club Náutico de Sevilla y tiene mil proyectos en su mente.
En el programa Team ESA Sports Radio & TV, ella explicó cómo inició todo. “Al remo llegué tarde, a los 18 años”, anticipó. “Aquí me encargo de la escuela de remo, de la parte de la iniciación, y empiezan a remar a los 8 años. ¡Yo a los 18 años! Por eso dicen que empecé vieja”, agregó.
Hasta ese momento, los deportes de Camila eran la natación y el tenis, éste último deporte que practicaban sus padres: “Antes del bachillerato probé con basquetbol, porque cambié de ciudad y lo hice durante cuatro años”.
Entonces el remo apareció en el horizonte. “Yo empecé a remar cuando iba a El Salvador y visitaba a mi familia, los Palomo. A los 14 años, un verano, mi tío me invitó a remar para que hiciera algo. Me gustó, me pareció curioso. Ya con 18, cuando vine a vivir al país, empecé a practicarlo. No tuvo que hacer mucho para convencerme… Al principio remamos en el gimnasio, y el fin de semana al lago. Éramos remeros de tierra, algo que no gusta mucho, pero no tienes opción. Después le encuentras la pasión”, comentó.
Sevilla, la ciudad donde reside, ejerce un imán especial sobre ella. Ella la eligió, hace muchos años, como base de entrenamiento y ahora es “su” ciudad: “Yo decido Sevilla por el río. Se puede remar todo el año. Es un río que no tiene corriente…
Sobre su carrera, asegura que “se hizo mucho esfuerzo, pero no lo sentí porque lo disfruté. Me enriqueció culturalmente viajar por todas partes. Uno de las personas que más contribuyó fue el entrenador Osvaldo Borchi, un apasionado, él estaba en Sevilla y me llevó allí. También fueron clave Hernán Leguizamón y Yuri Calderón”.
Participó en dos Juegos Panamericanos, Río 2007 y Guadalajara 2011. “Río lo disfruté muchísimo. Remar ahí era como un sueño, por el lugar donde se hacían las competencias. Gané una medalla de bronce. Disfruté tanto que no sé de donde salieron las energía, solo llevaba dos años remando y ya era medallista panamericana. A Guadalajara iba con más experiencia, pero no me fue tan bien, quizás fue la presión, pero el nivel había subido mucho. Uno aprende que no siempre se puede ganar”.
Otros recuerdos imborrables son los Olímpicos de Beijing 2008 y Londres 2012. “En Londres disfruté mucho, dimos la mejor versión de nosotros. No me lo creía que iba a unos Juegos Olímpicos. Y ojo, que me clasifiqué”. La experiencia de desfilar en la ceremonia inaugural la tuvo en Beijing, porque “en Londres no pude porque competía al día siguiente…”
A pesar de que lleva más de una década viviendo en España y está casada con un español, no piensa en solicitar el pasaporte europeo. Se considera salvadoreña-venezolana. “Soy caribeña, de la costa, nací en Falcón, Venezuela. Toda mezcla es rica, pero sIempre la cultura salvadoreña tuvo más peso. En casa se comían arepas y pupusas… Tengo que agradecerle mucho a mis padres porque ellos nos han inculcado en deportes. Mi papá me enseñó a patinar. Ellos hacían tenis. Mi madre, además, practicó gimnasia y luego natación”.
El deporte y el estudio siempre fueron a la par en la vida de Camila. “Pude haber elegido una carrera más fácil, pero escogí arquitectura. De Venezuela nos fuimos a El Salvador, empecé a remar y quizás pensando que con una beca deportiva podía estudiar en otro país. Un año después se me dio la oportunidad de ir a España. Incluso se me abrieron las puertas para ir a estudiar a EEUU, pero al final no se dio. Mientras me preparaba para Beijing, estudié en la Matías Delgado, aquí, porque me permitía estudiar y trabajar. Hasta que surgió la posibilidad de seguir los estudios en Sevilla y ya me gradué”.
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